Entonces, sin más, voy a hablar francamente.  Iré directamente al grano. Me gusta hacerlo así. Es un estilo bueno.

Pues, me crié en un monasterio. Ya estaba en la India cuando tenía dieciséis meses. Pasaba por los tests de si era la reencarnación de Lama Yeshe o no. Empecé mis estudios oficiales en el monasterio cuando tenía seis años.

Antes de eso, había ido a Kopan. Luego, a Suiza. Entonces, al cumplir los seis, fui directamente a Sera en el sur de India. Es un monasterio grande. Unos seis o siete mil monjes tibetanos viven y estudian allí.

Entonces, ya véis, empecé a estudiar a una edad muy temprana. Estudié mucho la filosofía Budista. No tenía mucho sentido para mí en esa época. Me daban de comer, sabes. Yo nada más comía y pastaba lo que me alimentaban. Solo empecé a encontrarle el sentido cuando dejé el monasterio.

Estar en el monasterio era un concepto hermoso, pero, aunque era algo muy bonito conceptualmente, no tenía sentido. Yo no entendía lo que era el samsara. ¿Qué es samsara cuando eres un crío? Cuando eres crío, no piensas sobre estos conceptos. Espero que entendáis.

Por ejemplo, las personas mayores sufren tanto intelectualmente. ¿Por qué lo hacen? ¿Qué les pasa a los mayores? ¿Por qué se preocupan tanto de esto y lo otro? ¿Lo sabéis? Cuando era un niño, nada de eso me importaba.  Lo que estudiaba eran solo conceptos intelectuales.  Eran solo etiquetas. Eran solo ideas. Eran solo interpretaciones. Era tan solo información.

A nada de eso le encontraba sentido hasta que me fui del monasterio. Entonces, no tuve otra opción que la de adaptarme. El Dharma y la filosofía me ayudaron. Sin ellos, habría sufrido muchísimo.

Así que esa es mi experiencia. Mientras lo estudiaba, el Dharma no tenía mucho sentido para mí. Era tan solo un concepto increíblemente hermoso.

Entonces, pienso que hay dos lados. No solo cuentan los estudios. También cuenta cómo los pones en práctica. Es un estilo de vida. Es una actitud. No es solo una creencia. No es solo un hábito. No se trata de solo rezar un par de oraciones cada día. No es solo sentarse y cerrar los ojos y actuar cómo si estuvieras meditando. Más bien, reflexionas sobre mañana y reflexionas sobre ayer.

Recibir enseñanzas es algo muy bueno. Es muy bueno leer. Es muy bueno hacer postraciones. Es muy bueno hacer tazones de agua. Todo esto es un complemento al corazón cálido pero no quiere decir que sin más puedas pasar de largo.

Una de mis mayores preocupaciones es que muchas veces caemos en la evasión. Ya sabes. No tenemos muchas ganas de enfrentarnos a nosotros mismos. No queremos reconocer nuestros errores.  Quizás sea demasiado doloroso reconocerlos. Quizás sea demasiado doloroso dar marcha atrás para afrontar nuestros temores.

Y entonces,  ¿qué hacemos? Nos refugiamos en algo. Simplemente evadimos por completo esas cuestiones. Nos podemos refugiar en muchas cosas diferentes en la vida. Ya sabes. Puede ser el alcohol. Pueden ser las finanzas. Puede ser un tipo de refugio espiritual en el que nos refugiamos en la espiritualidad. O puedes refugiarte en tu pareja. O puedes refugiarte en la idealización de una vida feliz que jamás podrá realizarse. Si esta es la clase de refugio que tomas, te estás preparando para una decepción. Estás proyectando. Estás creando una realidad que no existe. Estás idealizando la vida. Mi consejo es que cuando esperes algo, espera estar decepcionado.

Entonces, tenemos que tener la capacidad de enfrentarnos a nosotros mismos antes de tomar refugio en cualquier cosa. Si no, simplemente caemos en evasiones. Entonces, puedes estar practicando el Dharma o eso en lo que te hayas refugiado por 30 años, y, al final, no estarás igual de perdido pero tal vez estés aún más perdido de lo que estabas antes de empezar.

De pronto, “¡Oh! ¿Qué pasa? ¿Por qué no he mejorado?”

Por esta preocupación que tengo, sé que tenéis vosotros la misma preocupación. Las personas no se miran a sí mismas. Sabes, es mucho más fácil mirar a los demás. Es mucho más fácil juzgar a los demás que criticarnos a nosotros mismos.

Mirarnos, juzgarnos, eso es mucho más difícil. Así que juzgar y criticar a los demás es una manera de evitar que nos juzguemos y critiquemos a nosotros mismos.

Hay un dicho que me gusta, aunque no siempre es el caso. Representa mi idealización de la amistad. Dice, “un amigo de verdad te critica de frente y te alaba a tus espaldas.”

Cierto, ¿no?  Entonces, ese es un amigo de verdad.

No siempre sucede de esa manera, pero yo intento ser vuestro amigo. Lo intento aunque a muchas personas a veces acabo cayéndoles un poquito mal. Ya sabéis. No les gusta escuchar esas cosas. A veces, es importante, sabes, porque los únicos que nos pueden ayudar son nuestros amigos. ¿Cómo se supone que vas a ver estos aspectos de ti mismo si no hay nadie que te los muestre? Espero que entendáis.

Por eso, a veces creo que es mucho más difícil llevar una vida en familia que meditar a solas en una cueva. Desde mi punto de vista, si tú centras tu “práctica” en tu vida de familia, avanzas mucho más rápido llevando una vida casera que si estuvieras sentado en una cueva.

Para meditar por 20 años, sabes, es muy fácil decir, “Pues, sí, tengo mucha paciencia.” ¡Ey! Espera hasta que te metan en medio de una familia. Tienes que cuidar a tus hijos. Tienes que cuidar a tu madre. No solo tienes que cuidar a tu madre, sino a la madre de tu madre. Dadada y demás.

Sabes, entonces, en comparación, es bastante fácil sentarse en una cueva. A lo mejor necesitas tener paciencia con el goteo del agua. A lo mejor necesitas tener paciencia con la humedad. O quizá necesites paciencia cuando te estén crugiendo los huesos. O quizá necesites paciencia cuando te esté doliendo la espalda. Para eso, necesitas paciencia, pero es otro tipo de paciencia.

Básicamente, la paciencia que practicas es contigo mismo. Tienes que tener paciencia contigo mismo. Es muy fácil culpar a los demás. “He perdido la paciencia con tal persona.” Así dice la gente. El hecho es que has perdido la paciencia contigo mismo. Es de lo más fácil echarle la culpa a los demás. Es asombrosamente fácil culpar a los demás solo para no tener que asumir responsabilidades. Sin embargo, somos responsables.

Algunas personas dicen, “Oh, es el destino. Todo ya ha sido programado. Todo ya se ha diseñado. Por tanto, yo no tengo elección.” Eso es bastante fácil de decir. Es común. Cuando hablas así, no estás asumiendo la responsabilidad de ti mismo.

Nosotros somos responsables de nuestro karma. Somos responsables, ¿sabes?

¿Qué nos pertenece?

La gente dice, “Este es mi coche.”

“Esta es mi ropa.”

“Esta es mi casa.”

“Este es mi cuerpo.”

Cierto, ¿no?  Entonces, si fueran tuyos, nadie te los podría robar. Nadie te los podría quitar.

Conocéis esa sensación de “¡Mi coche!” Luego, sales al día siguiente. De repente, ya no hay más coche. Ha desaparecido.

“¡Oh! ¿qué ha pasado con mi coche? ¿Dónde está mi coche?

Pues, otra persona lo está usando ahora. ¡Ahora es su coche!

Si era tu coche, ¿cómo es que te lo pueden robar? ¿No? Debe de haber sido prestado.

De cierto modo, es precisamente como este cuerpo. Me refiero a que este cuerpo originalmente es polvo de estrellas. Al final se convertirá en alimento de lombrices. Entonces, es solo un proceso de transformación. Es un proceso.

Entonces, no hay necesidad de aferrarse a las cosas. El aferramiento surge del miedo de perder algo. Casi siempre lo que tememos perder ni siquiera es nuestro. Es solo un concepto de apego. Ocurre porque no estamos viviendo el momento. No estamos presentes. Entonces, mientras no estemos aquí, vamos a estar insatisfechos. Mientras no estemos presentes, vamos a estar insatisfechos. Mientras no vivamos el momento, vamos a estar insatisfechos. Esto creará sufrimiento. Si tu motivación es egoísta y egocéntrica, el resultado será el sufrimiento. Esa es una ley universal. No solo te lo dice el Budismo. No solo te lo dice el Dharma.

Debéis ser realistas. No debéis ser pesimistas.

Si valoras más el lado positivo de la vida, es lo que prevalecerá. Las cosas negativas y los errores se deben usar para aprender. Se deben usar para avanzar y no para bajarnos el ánimo, ¿vale? Me parece que comprendéis. Así que, preparaos para lo peor, pero esperad lo mejor.

 

 

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